
Por Francisco Fernández Andrew
En el segundo largometraje del ecléctico judío Ohionés Steven Spielberg (rechazado en varias ocasiones de la prestigiosa University of Southern California por su pésimo promedio) nos demuestra y hace gala de su talento innato detrás de cámara siendo preciso en su puesta en escena moviendo a sus actores de forma exacta por el encuadre, creando la ilusión de tener
varios planos en uno (técnica que seguiría utilizando hasta sus último largometrajes) , jugando de gran manera con el ritmo de la edición en varios momentos, siendo inolvidable aquel mítico momento en el que el jefe de policía Brody (Un magnético Roy Scheider ) está en la playa por
primera vez despúes del ataque del gran blanco, su semblante y preocupación son remarcardos por Spielberg con los overlaps o cortes en superimposición en el montaje con los movimientos de la muchedrumbre y el rostro afligido de Scheider, para terminar con un gran dolly zoom que
termina por hacernos entender aquellos sentimientos de angustia y terror del valeroso protagonista.
A la par, el joven Richard Dreyfuss y el experimentado Robert Shaw hacen huella profunda en el metraje con sus capacidades histriónicas de gran nivel (ambos con una formación actoral académica) dándonos personajes perfectamente verosímiles que fortalecen el ya de por sí sólido filme.
Con momentos icónicos constantes (We ́re gonna need it a bigger boat, it’s got lifeless eyes, black eyes, like a doll’s eyes, Farewell and adieu to you fair Spanish ladies. Farewell and adieu to you ladies of Spain) la trepidante banda sonora de John Williams y aquellos momentos de P.O.V de la mítica bestia blanca) En sí , la película puede leerse como la respuesta a la
sociedad de un judío ortodoxo en Hollywood discriminado y golpeado hasta el cansancio en su adolescencia por sus raíces religiosas que se siente ajeno y lejano cual pez cartilaginoso colmilludo de aguas profundas y salvajes aleteando en costas tranquilas de Nueva Inglaterra , como una simple fábula de la ideología capitalista latente y constante en los E.U.A. ó como un
simple blockbuster escapista de suspenso y terror que emociona y entretiene a las masas ociosas sedientas de sangre y vísceras. Sea cualquier caso, TIBURÓN no deja de ser una constante referencia en ensayos fílmicos por sus grandiosos atributos dramáticos, narrativos, visuales y sonoros que maravillan y fascinan a viejas y nuevas generaciones que lo han consumido todo pero que no han visto nada.
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