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EL CINE Y LA PANDEMIA.

La pandemia de coronavirus podría tener consecuencias inesperadas en la exhibición de películas en las salas una vez que el fenómeno sanitario decline o desaparezca, según arriesgó John Stankey, director de operaciones de AT&T, compañía asociada a Warner Bros. “Estamos repensando nuestro modelo de exhibición en salas”, dijo ayer Stankey a los inversores en una llamada de negocios, según publicó Variety. Las salas de cine se enfrentan a un camino incierto, pero hay un consenso creciente de que el panorama de la distribución cambiará para siempre una vez que sea seguro que la gente vuelva al cine.

Mientras están atrapados bajo techo, los consumidores se han acostumbrado aún más a recibir películas en el hogar y los ejecutivos sugieren que esos hábitos podrían hacer que los espectadores no estén dispuestos a comprar entradas para películas de “nivel medio” en el futuro. Dicho en otros términos: “nivel medio”, en el dialecto Hollywood, comprende todas aquellas películas que no sean superproducciones millonarias. En circunstancias normales, esas películas, basadas en contenido original y no parte de “propiedades existentes” (esto es, que no sean “Spiderman 14” o “Batman XXI”), ya estaban luchando para sobrevivir en la taquilla, ya que los espectadores, en los últimos años, habían estado yendo al cine para ver sólo nuevas entregas de grandes franquicias. “Sin embargo seguimos apoyando la experiencia del cine en las salas, lo mismo que nuestros socios de exhibición”, se atajaron en las altas oficinas de Warner, que tenía preparados como títulos fuertes “Tenet”, de Christopher Nolan, y “Mujer Maravilla 1984”, que en la Argentina estaba programada para julio de este año. Algunas compañías de Hollywood ya han relegado películas que podrían no haber sido éxitos en las salas, como la aventura de ciencia ficción de Disney “Artemis Fowl: El mundo subterráneo”, la comedia romántica de Paramount “The Lovebirds” y la comedia “Grandes espías” (My Spy), cuyo futuro es incierto.

Cuando las salas de cine reabran, los exhibidores (sobrevivientes) deberán encontrar nuevas fechas para reubicar los grandes tanques que quedaron suspendidos durante la pandemia. Los primeros en ser elegidos, comprensiblemente, serán aquellos títulos que además conlleven negocios suplementarios de merchandising, videojuegos, posibilidad de nuevas secuelas, etc. El destino incierto, en cambio, será el de los films llamados “artísticos”, “europeos”; es decir, aquellos que fueron materia prima de los premios Oscar en los últimos años, ceremonia que deberá replantearse enteramente si pretende su continuidad (cosa de la que ya muchos observadores de la industria empiezan a dudar, al menos en la gran escala que tuvo hasta ahora).

Aunque algunos estados, como Georgia (que no se distingue precisamente por favorecer el cine-arte), pretendía reabrir las salas el mes próximo, adhiriendo a la voluntad de “reopen America” que varias veces manifestó Donald Trump, no es seguro que esto vaya a ocurrir, y en otros estados, como California, muchos menos. “Cuanto más tiempo se prolongue la costumbre del espectador de ver cine en su casa, más cambiará su conducta”, dijo el analista de mercado Rich Greenfield. “Cuantas más películas vea en Netflix, Amazon o Disney Plus, más difícil será llevarlo de vuelta a ver cine en el cine.”

Películas con el potencial de vender hasta mil millones de dólares en entradas, como “Mujer Maravilla 1984”, “Mulan” y “La viuda negra”, cuyas fechas originales de estreno fueron pospuestas a causa de la pandemia de coronavirus, terminarán rápidamente en plataformas de streaming después de un lanzamiento convencional en salas. Pero, a medida que la cuarentena persiste, a otros títulos menos redituables les será difícil, si no imposible, encontrar un hueco en un calendario de estrenos que no se sabe cuándo empezará, y que se encontrará abarrotado de títulos en espera.

Y esto no afectaría únicamente a dramas y cine artístico. Películas populares como “Trolls World Tour” y “Scoob” no esperarían la reapertura de las salas e irían directamente a plataformas de streaming.

Mientras los estudios luchan para adaptarse a una realidad crítica que no tiene precedentes, la hostilidad por parte de los exhibidores, que siempre rechazaron la posibilidad de achicar el lapso de la “ventana” (el período que media entre el estreno de una película en sala y su salida a plataformas, como antes al VHS o DVD), no desaparece. Los observadores coinciden en que esa vieja disputa no sólo se superará por la emergencia sino que se volverá más agria, a causa de las cuantiosas pérdidas que ha tenido la exhibición por culpa de la clausura.

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