Por Miguel Ángel Galán
Latinoamérica tiene una relación particular con el cine de terror: lo consume mucho pero lo produce poco. No obstante, los films de terror en esta región cuentan con un estilo muy particular: suelen construirse alrededor del folclore, las leyendas y la realidad de cada país. En esta entrega de #BlogCIBEF te traemos cinco grandes películas de terror en las que se mezclan las tradiciones, los fantasmas y el horror de la realidad latinoamericana.
No se puede entender el cine sin el terror: es uno de los principales géneros cinematográficos (junto a otros como el drama, el bélico o el western), es producido en prácticamente todo el mundo, alberga personajes que son parte de la cultura popular y, sobre todo, es taquillero. Y todo eso a pesar de ser un género tan “personal” pues no todos sienten miedo por las mismas cosas.
En América Latina sucede algo aparentemente contradictorio con este género: se consume mucho pero se produce poco. Según El País, México es uno de los países que más cine de terror consume, donde más estrenos se realizan y el que mayor taquilla genera. No es para menos, en la imaginería mexicana hay sacrificios, la riqueza arqueológica está repleta de referencias a la muerte y los difuntos visitan tu casa en los primeros días de noviembre. Algo similar sucede en Brasil, Colombia, Perú, Chile y Argentina, donde el terror es altamente consumido aunque en menor medida respecto a México.
Sin embargo, su producción es menor en comparación con géneros como el drama social, el documental o la denuncia. Esto es comprensible dado el contexto de profunda desigualdad, corrupción y violencia según el canal Cinexplicación. Además, si se le compara con otros contextos o mercados, principalmente Estados Unidos, Japón, Francia, Italia, Inglaterra o Alemania, la producción es aún más escasa.
A pesar de esta poca producción, en el cine de terror de la región es posible distinguir una cualidad muy importante: sus historias están inspiradas en el amplio y antiguo bagaje cultural de leyendas y tradiciones de cada país, según José Porcayo. Ejemplo de ello es la más reciente película de terror mexicana, Mal de Ojo (Isaac Ezban, 2022), y cuya historia gira en torno a la tradición caribeña de la magia negra y el vudú.
Este estilo se ha desarrollado también en el cine independiente, ámbito en el que distintos creadores y productores lo han llevado a otro nivel mezclando no sólo las leyendas y sus fantasmas sino también la violencia, la desigualdad y los traumas históricos de cada país, creando obras interesantes y en las que la denuncia social adquiere nuevos matices.
A continuación, cinco películas de horror y realidad social para sentir el miedo de América Latina.
La Llorona, Jayro Bustamante, Guatemala, 2020
La Guerra Civil en Guatemala había llenado el paisaje de muertos y desaparecidos desde los años sesenta. Veinte años después, en plena dictadura militar, la muerte ya era habitual. Es durante esta década de los ochenta donde se desarrolla uno de los mayores traumas de la sociedad guatemalteca: el genocidio de la población maya Ixil. En la cinta La Llorona (2022), Alma y sus hijos son presas del genocidio, tras la amenaza de “si lloras, te mato” son asesinados. Treinta años después, uno de los principales culpables de sus muertes, el general Enrique Monteverde, es llevado a juicio por la matanza pero es absuelto de inmediato. Esa injusticia desencadena una venganza sobre él y su familia. La figura de la llorona es la maldición que se vuelca sobre el general retirado.
La llorona es el alma de una mujer que deambula por calles o ríos profiriendo lamentos terroríficos por sus hijos, a los que ella misma asesinó. Es una de las leyendas más conocidas de América Latina, y su historia se reproduce en muchos países de la región aunque, según el arqueólogo y antropólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma, su origen es prehispánico pues ha sido identificada en una serie de presagios relacionados con el final del reinado de Moctezuma II.En esta cinta Jayro Bustamante realiza una importante reinterpretación al usarla, en palabras de Fernanda Solórzano, como elemento “que entreteje lo personal y lo social con lo mítico y lo sobrenatural”, pues une el lamento de la figura de La Llorona con el dolor por la pérdida de los hijos durante el conflicto y el genocidio en Guatemala. Más aún, le imprime un matiz sobrenatural al coraje y a la sensación de injusticia que dejó la absolución del dictador Efraín Ríos Montt, representado por el general Monteverde quien también es absuelto en la cinta.
Los Inocentes, Mauricio Brunetti, Argentina, 2015
Cine de época, esclavitud, suspenso y terror gótico, una combinación tan interesante como necesaria. Los Inocentes (2015), ópera prima de Mauricio Brunetti, es una cinta construida alrededor de un asunto poco tratado en el cine argentino, el de la esclavitud con todos sus males: el racismo, la privación de la libertad y la muerte.
Los Inocentes es la historia de Eloisa, mujer esclavizada en una hacienda argentina del siglo XIX en la que encuentra la muerte a manos de su tiránico terrateniente. A manera de maldición, el espíritu de Eloisa regresa a la vieja casa no sólo a vengar su muerte y la del resto de esclavos, sino a destruir lo más preciado para el dueño de las tierras y el látigo.
Esta película goza de precisión histórica en su forma de abordar la época (entre 1800 y 1840), en buena medida por el trabajo de una investigación del director sobre la presencia cultural afro en América Latina, siguiendo la ruta de personas esclavizadas y los lugares a los que fueron llevados sistemáticamente, y en los que dejaron un rastro de arte, cultura y música, según Carina Rodríguez. Esto influyó, además, en que el vestuario y la ambientación se hayan realizado de manera sobresaliente.
La Casa Lobo, Joaquín Cosiña y Cristóbal León, 2018
“Hola, ¿hay alguien aquí? Vengo de la colonia, afuera hay un lobo, necesito de su ayuda”
Estamos frente a una fábula perversa no apta para niños sobre un suceso turbio y real. La niña María escapa de una colonia alemana y se refugia en una cabaña en medio del bosque chileno con dos cerdos que se vuelven su compañía. Pronto sus miedos y angustias comienzan a manifestarse en la casa y en los propios cerdos. De esta manera, lo que parecía un refugio se convierte en una pesadilla.
La Casa Lobo (2018) es una experiencia visual de pesadilla en stop-motion dirigido por Joaquín Cosiña y Cristóbal León, y está inspirado en los terribles sucesos de la Colonia Dignidad, un asentamiento de migrantes de origen alemán fundado en los sesentas por el predicador Paul Schäfer.
Esta colonia era reconocida de manera “oficial” como centro religioso y social por las autoridades, sin embargo, detrás de esa fachada, se ocultaban fines más oscuros: abusos y violaciones contra los propios colonos, fabricación ilegal de armas y la adecuación de la colonia para funcionar como centro de detención y tortura durante la dictadura militar de Pinochet.
El Páramo, Jaime Osorio Márquez, 2011
Las montañas nubladas de Colombia son el escenario de dos puestas en escena: la de la película, una historia de suspenso y terror psicológico alrededor de uno de los principales problemas de la sociedad colombiana: la violencia. Y la de la propia realización de la cinta, que pudo lograrse a pesar del desafiante ambiente en que se rodó.
Un comando especial es enviado a las frías y altas montañas de Colombia para investigar una base militar con la que se ha perdido el contacto. El equipo parte con la premisa de que la base ha sido blanco de un ataque guerrillero. Contra lo esperado, encuentran a una mujer encadenada y ningún rastro de los soldados que debían estar en ese sitio. Poco a poco el aislamiento y la incapacidad de comunicarse con el exterior irán minando la cordura de los soldados, envolviéndolos en una paranoia colectiva respecto a la identidad de los enemigos y de la mujer que acaban de hallar.La propia filmación de la cinta fue un reto físico y mental, como sugiere el detrás de cámaras. Hubo que trasladar el equipo a lo alto de las montañas del Parque Nacional “Los Nevados”, con el staff completo cargando cables, cámaras, muebles y toda clase de equipo por propia mano. Así mismo, los permisos para grabar en la base tuvieron contratiempos que comprometieron la filmación, pues se trataba de una base real del ejército. Las condiciones climáticas adversas fueron otro obstáculo que, finalmente, fue superado.
Huesera, Michelle Garza Cervera, 2022
Ópera prima de la directora mexicana Michelle Garza Cervera en la que traslada los conflictos de la maternidad al terror psicológico. Esta es la historia de Valeria y el horror que vive con el embarazo que había deseado por mucho tiempo. Como si “la partiera en dos”, a partir de ese gran cambio en su vida una macabra y esquelética entidad comienza a visitarla todos los días. Para sobrevivir a “la huesera”, el mal que la amenaza, se refugia en un mundo de brujas dispersas en la ciudad.
La maternidad es un tema clave en el cine de terror. Las cintas Rosemary’s Baby (Roman Polanski, 1968), Hereditary (Ari Aster, 2018) o The Babadook (Jennifer Kent, 2014) son ejemplos sobresalientes de la representación de la maternidad y el horror. En el caso de Huesera, los conflictos maternales se abordan confrontando los tabúes y la presión social alrededor del embarazo, ligando todo ello con una figura sacada del folclore mexicano.
La Huesera es la muestra del compromiso de la directora Michelle Garza Cervera con el cine de terror. Como menciona para la Revista Encuadres, busca “combatir la idea de que el cine de género, el cine de horror, el cine de fantasía, es un género menor”. Y vaya que lo ha logrado: La Huesera ha conseguido dos premios en el Festival de Tribeca, (Best New Narrative Director y el Nora Ephorn Award) y en el Festival Sitges (Premio a Mejor Dirección Revelación y Premio a Mejor Película Iberoamericana), además de ser parte de la 47ª Edición del Festival Internacional de Cine de Toronto.
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Hemos recorrido buena parte de América Latina a través de sus horrores, pero aún falta mucho por sentir y mucho por producir, ¿qué otras cintas agregarías?
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