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El documental como arma: hablemos de Hubert Sauper y La Pesadilla de Darwin

Por Miguel Ángel Galán

Antisistema, anticolonial, de denuncia y provocador. Estas son algunas de las características del trabajo de Hubert Sauper, cineasta austriaco que coloca en el centro de la discusión la explotación que los países primermundistas cometen contra países menos desarrollados. Esto queda demostrado en uno de sus documentales más conocidos y controversiales:, La Pesadilla de Darwin (2004),  y del que discutimos su denuncia y su carácter de “documental de creación” en esta nueva entrada de #BlogCIBEF.

HUBERT SAUPER – CINEASTA

Enfrentar la autorepresentación que los poderosos hacen de sí mismos, esa es la misión que Hubert Sauper busca cumplir con sus documentales, “la auto-representación del gobierno o de lo que sea debe ser enfrentada… yo como cineasta, como documentalista la desafío de frente y brutalmente, agresivo”, señala en entrevista para el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). 

Y no solamente eso, (Hubert) busca otorgarle cierto poder a quienes padecen la dominación de los poderosos: “a las personas que no tienen poder lo que quiero es empoderarlas. Quiero ofrecerles la pantalla, quiero ofrecerles el tiempo y la atención que necesitan porque no tienen atención y son reprimidas por las estructuras y las maquinarias”.

Esta no es una tarea sencilla ni escapa a los cuestionamientos sobre el papel del “hombre salvador”, pero el director austriaco la asume realizando películas que abordan, principalmente, la colonización de las potencias mundiales y el saqueo que realizan en pueblos y naciones menos desarrolladas. Ejemplo de ello son sus dos últimos trabajos, We Come As Friends (2014), documental que retrata la compleja situación de guerra y neocolonización de Sudán, y Epicentro (2020), obra en la que Sauper cuestiona el imperialismo, el cine y la vida en Cuba a través de la reflexión de sus ciudadanos.

Esto hace posible distinguir en las obras de Sauper un subtexto en el que el cine se asume como arma liberadora que empodera a los menos poderosos y visibiliza a los que han sido ocultados. Al respecto, si bien considera que hay un espectro audiovisual amplio que puede lograr esos objetivos (el podcast, YouTube, por poner ejemplos), ve en el cine y en el documental una posibilidad de “representar la vida real y trabajar con personas reales, situaciones reales, con hechos”, como señala para el FICM.

Es por eso que concibe a su propia obra como “documentaire de création” la cual, contrario a lo que podría pensarse sobre la creación como algo “inventado”, retrata situaciones reales poniendo el acento de la creación en “la forma, en cómo filmas, qué tipo de luz, por cuánto tiempo, qué tipo de preguntas haces, cómo editas la película, cuál es la idea, si hablas con esta persona o con aquella… es una forma muy extrema de representar el mundo”.

Todas estas cualidades se reflejan fielmente en su obra La Pesadilla de Darwin (Darwin’s Nightmare) (2004), documental de producción francesa, belga y austriaca que retrata el desastre ecológico, económico y social que ha provocado la perca del Nilo, una especie de pez introducido de manera artificial en lago Victoria, en Tanzania. Este documental recibió premios en el Festival de Venecia en 2004 y estuvo nominado al Oscar a mejor documental en 2006. 

A continuación analizaremos esta obra en dos puntos que cruciales: el retrato que realiza de la situación social de Tanzania a manera de denuncia, y la polémica que generó por no “presentar pruebas” de algunas de los señalamientos que realiza, cuestión por la vale preguntarse ¿el documental debe presentar pruebas?, ¿tiene esto correspondencia con el “documental de creación” del que habla el director?

Como habremos de observar, aunque esta obra no está exenta de imprecisiones, sí expresa el compromiso de un cineasta que cree en el documental como arma de liberación.

Los puntos clave de la denuncia en La Pesadilla de Darwin

La situación de Tanzania bien podría provocar algunas pesadillas a Darwin, comenzando por tratarse de una población que se ha vuelto dependiente del pez que está acabando con sus aguas, su entorno y su dignidad humana. Pero sobre todo porque dicho pez no pertenece al lago Victoria (el 2º más grande del mundo) ya que fue introducido por la mano del hombre, y la de uno que buscaba carne de pescado barata.

Esta es la historia de la destructiva relación entre Tanzania y la perca del Nilo, una especie de pez que posee un elevado valor comercial (gracias a que en Europa y Asia puede ser adquirido a un precio más alto que en el mercado local), pero cuyo costo social y ambiental ha sido profundamente caro para la población local. Sauper retrata esta tragedia social en cuatro puntos principales: la alteración del medio ambiente, la industria y el saqueo de recursos, la miseria que dicha actividad genera y la industria de la guerra, el otro gran negocio alrededor de los peces.

El primer problema que se detalla en el documental es la destrucción ambiental que ha generado este pez en el lago Victoria, al grado de ponerlo en riesgo de muerte. Esta especie fue introducida por los ingleses en los años cincuenta (cuando Tanzania aún era colonia inglesa) para asegurar suficiente carne de pescado, la cual no podían hallar en el resto de especies del lago. La perca, que puede llegar a medir hasta dos metros, ofrece grandes cantidades de carne aunque su calidad no sea precisamente la mejor.

En el documental pueden verse ejemplares del animal, combinando imágenes de fábricas procesadoras y decenas de trabajadores cortando filetes, y pobladores llevando los animales en carretas de madera jaladas por ellos mismos, atravesando calles de polvo y casas de madera y cartón.

Con lo que no contaban los colonizadores es que, después de unos años de su introducción, estos peces se convirtieron en el principal depredador del lago, provocando la desaparición de otras especies que lo mantenían saludable comiendo algas (manteniéndolas en cantidades normales) y liberando oxígeno.

Al tratarse de un producto con alta demanda en el exterior, especialmente Europa, se estableció una industria muy fuerte sobre la que posteriormente se sostendría la economía local. Y no es para menos, según el film dicho producto era consumido, hasta el momento de la filmación, por dos millones de personas blancas cada día.

Sauper realiza entrevistas a dueños de las principales fábricas de la región de Tanzania, confrontándolos con la profunda desigualdad que genera en la zona. También asiste a convenciones donde inversionistas blancos y funcionarios y gobiernos locales hacen caso omiso de los peligros de la perca, ya que buscan que este siga siendo la principal fuente de ingreso y negocio.

Sin embargo, una parte especialmente relevante del documental tiene que ver con el retrato que realiza del otro lado de la gran industria del pescado, la que no hace filetes sino pescado frito con los restos del pescado para el consumo local. Hubert Sauper se inmiscuye en estos espacios donde dicho pescado se procesa, lugares al aire libre donde los restos liberan gases tóxicos, con suelos llenos de barro y gusanos, trabajadores enfermos y en harapos, y carne en estado de descomposición que se fríe para venderse a los locales.

Otro elemento clave del documental es que muestra que el gran capital, contrario a lo que se piensa, no necesariamente genera riqueza social, pues muchas veces es todo lo contrario. Esto es lo que sucede en Tanzania, donde la industria genera una honda miseria y desigualdad de clase y raza. 

Esto se expresa en las condiciones laborales precarias que ofrece dicha industria. Por un lado, se trata de trabajos en los que el peligro es enorme. Dos ejemplos: la pesca conlleva el riesgo de muerte de ser devorado por animales como los cocodrilos, y la seguridad privada, en la que los trabajadores asumen el riesgo de morir en cualquier robo o atentado. Son dramáticos los relatos de personas que han debido enterrar a sus familiares después de un accidente en la pesca, o la resignación de un trabajador que sabe del riesgo que tiene un trabajo al que llegó tras la muerte de otra persona.

Por supuesto, la miseria se manifiesta en forma de pobreza económica. La industria de la perca generó un éxodo de comunidades que se trasladaron a los alrededores del lago. Este hecho, combinado con una profunda desorganización social y salarios bajos, ha hecho que la gente viva en condiciones infrahumanas, en asentamientos irregulares, sin servicios básicos, comida o recursos. 

Particularmente dramáticos dos problemas sociales fuertemente relacionados: por un lado, los niños huérfanos en situación de calle por abandono o muerte de sus padres, y su exposición a la drogadicción y la violencia. Y por otro lado las personas con SIDA (la razón de la muerte de muchos de los padres de esos niños). Sauper sigue de cerca tanto a niños que viven en grupos en las calles, como a enfermos de SIDA, recogiendo sus testimonios.

La prostitución es otro elemento clave que precariza la vida en Tanzania, especialmente porque liga la orfandad y el SIDA, pero también la violencia contra la mujer y su expresión más brutal, el feminicidio. A través de testimonios de trabajadoras sexuales, Sauper muestra los peligros del nulo uso de preservativos (no recomendados por la iglesia, según el testimonio de un sacerdote), la ausencia de protección contra las trabajadoras y su situación de vulnerabilidad extrema a la violencia de los pilotos europeos que transportan el pescado a otros países.

De gran relevancia es el retrato del negocio de la guerra alrededor del pescado. Trasladar el producto a otros países es un negocio del que se benefician dueños de aviones, principalmente rusos. Sin embargo, los traslados no incluyen únicamente filetes sino también armas. A través de entrevistas, Sauper pudo evidenciar un discurso de aparente complicidad entre funcionarios, pilotos de avión y supervisores de aterrizaje, los cuáles decían desconocer la naturaleza de los paquetes con los que llegaban a Tanzania, o señalaban que los aviones llegaban vacíos.

¿Los aviones llegan vacíos o con algún contenido? Esta es una pregunta que resuena a lo largo del documental, como un fantasma que muchos decían no haber visto. Sin embargo, fue gracias a testimonios de trabajadores locales, un piloto ruso y un periodista que la versión de las armas fue tomando fuerza, particularmente porque se conoce el destino de dichas armas, El Congo o Angola.

Como vemos, Sauper retrató la compleja situación de Tanzania alrededor del lago Victoria y la perca del Nilo, señalando a los grupos de poder y empresarios como los causantes de una situación social sumamente grave que involucra miseria, explotación, saqueo y guerra. Sin embargo, este trabajo no estuvo libre de polémica y acusaciones, particularmente por quienes señalan que lo dicho en su obra no tiene sustento.

El documental de denuncia: los alcances y límites de “decir la verdad”

Hay un nexo complejo entre “la verdad” y el documental, especialmente en los que tienen un particular sentido de denuncia. Este fue el centro de la polémica en torno a La Pesadilla de Darwin a causa de una serie de señalamientos contra la película por parte del historiador francés François Garçon, quién denunció que el film mostraba una versión sesgada y tendenciosa de la realidad en Tanzania.

En primer lugar señaló que Sauper “fabricó” escenas a su conveniencia, pagándole a niños para participar en ellas. Otra de las acusaciones se relaciona con el pescado frito (acusación compartida en el periódico Le Monde), y como se omite en el film que ese producto está destinado a la alimentación de pollos y cerdos y no a los humanos. La tercera acusación tiene que ver con la falta de pruebas de la acusación de tráfico de armas, y sostenerlo sólo con dichos y testimonios.

Si bien la polémica culminó con la condena en 2008 del historiador por “difamación” al no presentar pruebas contundentes para sustentar sus acusaciones (por ejemplo, hay registros de que el pescado en descomposición es consumido por personas pobres no sólo en Tanzania sino en África Oriental), deja en el aire un debate más necesario, el de los límites y alcances del documental.

Para ello es necesario tener presente la naturaleza de la obra de Sauper pues no se trata de un documental didáctico o un reportaje noticioso, sino de un documental creativo que busca sugerir y provocar antes que demostrar, abriendo la posibilidad de interpretaciones y debates. Esto coincide con las palabras del videógrafo Alexis Moreano, quien señala que la película “es un objeto híbrido, que se permite a la vez ostentar la etiqueta documental y violar alegremente algunas de las anacrónicas y sacrosantas “reglas” del género”. Y va aún más allá al señalar que, en el fondo, no es que los límites entre el documental y la ficción se hayan desdibujado, sino que en realidad nunca fueron tan claros.

***

La Pesadilla de Darwin es una invitación a mirar las pesadillas que suceden dentro y fuera de nuestra realidad, pues como documental de creación logra provocar y remover cierta sensibilidad al interior de cada uno. Así mismo, logra empatar la denuncia frontal y su representación visual, con una libertad cinematográfica que permite mostrar partes de la realidad tomando como guía la sensibilidad, la intuición y el conocimiento. Todo ello como una brújula del debate y de la acción social hacia ciertos problemas profundos.

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