A propósito de El último día del mundo
Por Talía Montt¿Qué pasa cuando no encontramos coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos? ¿A caso podemos encontrar algo más que palabras para transmitir lo que pensamos? Sí, el arte en general puede detonar todas nuestras ideas pasando de lo más íntimo a lo público, teniendo en cuenta que no somos seres aislados, y que al contrario, pertenecemos a una época en el que se hace urgente decir lo que ocurre. Tal es el caso de El último día del mundo, una serie fotográfica de Koral Carballo, próxima a inaugurarse en la Fototeca de Veracruz “Juan Malpica Mimendi”.
La serie de 15 imágenes – y aún en construcción- comenzó más conscientemente en 2014, aunque hay fotos de 2011. En ella retrata “metáforas del caos y de la violencia” en Veracruz, el país y el mundo, a partir de personajes y símbolos que remiten a muchas cosas que ha vivido. Así, la narrativa que Koral propone emula los últimos cuadros que una persona se imaginaría ver en el último día de su vida; “comencé a hacer una exploración con el paisaje, porque aunque no haya una persona en cuadro (…) uno puede decir cosas muy fuertes que nos pasan a las personas”.
En entrevista para el CIBEF, Koral dijo que El último día del mundo, implica una postura personal que tiene que ver con la violencia, pero alejándose de la visión periodística, que es lo que había hecho anteriormente por su profesión. Poco tiempo después comenzó a reflexionar sobre el papel de la fotografía en este tipo de temas que son tan fuertes; “cuando me di cuenta de lo que quería hacer y cómo lo quería hacer comencé a producir más en esa dirección”.
Me encontré “Fue a mediados del 2013 cuando yo empecé a reflexionar si era congruente lo que hacía con lo que yo pensaba y quería”. Un año después, cuando tomé el Seminario del Centro de la Imagen pude aterrizar mis ideas, “y por eso yo considero no a uno, sino varios maestros que me han guiado en mi proceso creativo, pero uno de los que puedo decir me ayudó bastante, bastante, y que comprendía este lenguaje documental, fue Antoine D’Agata”. Así adquirió sentido la idea con la foto, “porque a veces tienes una gran idea o un gran discurso, pero no está bien representada en la imagen”.
Del fotoperiodismo y los circuitos del arte “Creo que a veces se minimiza un poco al llamado fotógrafo de prensa, sobre todo en los circuitos de arte”, pues se dice que el fotorreportero no es un gran artista, pero yo creo que en este momento hay grandes fotógrafos que desde la prensa están proponiendo cosas interesantes, no todos, claro, pero hay dos o tres personas que sí y uno de ellos fue Rubén Espinosa, pues todo lo que él hizo siempre estuvo en pro de esa fotografía personal en la que él creía. Entonces, “me parece muy interesante esta manera de mirar el mundo o lo que nos toca vivir; con esos ojos un poco escépticos, de la manera en que se deben fotografías las cosas, ¿no? desafiando a los cánones periodísticos”. Por ello, ese tipo de miradas que hay en Veracruz me parecen importantes, “porque ese tipo de cosas se deben de seguir contando”.
Entonces, Koral reconoció que parte de su motivación es poder mover conciencias, llegar a lo más íntimo de las personas a través de sus fotografías que al ser expuestas se vuelven públicas, y es precisamente esa ambivalencia la que le interesa retratar; “aunque mi serie es personal, no es algo que me pasa sólo a mi, sino más bien en general y eso me interesaría mucho”. Así, su interés por la fotografía sigue siendo documental, pero ya no como en el diarismo, sino más bien en la foto directa en el “estar en ese momento, en ese lugar, viajar tantas horas para tomar esa foto”, lo que considera fundamental en su proceso creativo.
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